En un mundo donde predomina la lectura individual y en silencio, leer en voz alta puede parecer extraño y anticuado. Sin embargo, esta práctica persiste y lucha por sobrevivir. ☞ El pasado 22 de abril, el zócalo de la Ciudad de México se convirtió en una gran sala de lectura colectiva: 10 mil personas, según el conteo oficial, se congregaron bajo el cielo abierto y una amenazante lluvia para escuchar fragmentos de Cantares Mexicanos, cuentos de Oscar Wilde y otros poemas. ☞ Ya  2019, la plancha de la Constitución había sido escenario de una lectura pública del Plan de Ayala, en conmemoración del centenario del asesinato de Emiliano Zapata. La serie de imágenes capturadas por la fotorreportera María Luisa Severiano para La Jornada muestran a decenas de personas sentadas, hincadas o de pie, escuchando con atención la lectura del documento que una oradora realiza con un micrófono para amplificar su voz. ☞ La lectura en voz alta es un acto colectivo, que involucra a dos o más personas comúnmente reunidas en cantinas, pulquerías, cafés y plazas públicas. Posibilita la creación de un público lector amplio, sobre todo en sociedades con alto grado de analfabetización (aunque no exclusivamente), y permite la circulación de textos que no se reducen únicamente a los géneros poéticos como los romances, la poesía o los poemas épicos, sino que se extienden a los géneros dramáticos y narrativos como las obras de teatro, las novelas, los libros de historia o los textos periodísticos. ☞ Por ejemplo, en las calles londinenses los vendedores ambulantes solían convencer a algún lector para que les leyera las noticias o los artículos de un periódico o de alguna revista ilustrada. Luego se aseguraban de guardar los ejemplares para envolver sus mercancías, según relata Martyn Lyons, catedrático de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Sidney). En su estudio sobre los lectores del siglo XIX, Lyons sostiene además que la lectura en voz alta desempeñó un papel fundamental en la politización de la clase trabajadora, pues era parte esencial de la cultura en los espacios de trabajo. ☞ En efecto, durante el siglo XIX surgieron en las fábricas cubanas los llamados lectores de tabaquería, personas encargadas de leer en voz alta periódicos y textos literarios mientras los obreros torcían el tabaco. Por lo general, el lector se ubicaba en un punto alto y céntrico del taller para que todos pudieran escucharlo, y recibía una remuneración económica proveniente de una parte del salario de los trabajadores. Con el tiempo, esta práctica se propagó a varios lugares del mundo, como España, Estados Unidos, Puerto Rico, México y República Dominicana. Esta historia es contada magistralmente por Araceli Tinajero, catedrática de literatura hispánica en The Graduate Center y The City College of New York, en su libro El lector de tabaquería: historia de una tradición cubana, publicado en 2007 por la editorial madrileña Verbum. ☞ Desafortunadamente para el caso de nuestro país no existen estudios específicos que detallen la importancia histórica de la lectura en voz alta. José Ortíz Monasterio realizó apuntes interesantes en un par de artículos donde analiza la lectura en el siglo XIX. Argumenta que la lectura en voz alta es un acto de socialización opuesto a la lectura en solitario, que jugó un papel enorme no sólo porque posibilitó que los pobres y analfabetas accedieran a los impresos, sino porque implicaba una experiencia muy distinta, donde la lectura se percibía de otro modo por los sentidos. Concluye, entre otras cosas, que en un mundo sin radio, cine ni televisión –y hoy sin  internet–,  “leer en  una  tertulia  o  en  una  botica  un  periódico o una novela de Dumas o de Riva Palacio era una de  las  pocas  opciones  de  entretenimiento  realmente  interesantes  de  la  época”. ☞ Según datos recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la población lectora mayor de 18 años en México ha disminuido 14 puntos porcentuales en la última década, al pasar del 84.2 % en 2015 al 69.6 % en 2024. A pesar de los esfuerzos del Fondo de Cultura Económica durante los últimos seis años por abaratar y facilitar la distribución y acceso a los libros, el desafío persiste: ¿Cómo fomentar la lectura en México? En un mundo dominado por el consumo rápido de contenido en redes sociales y la lectura individual, cabe preguntarse si la lectura en voz alta podría ser una estrategia efectiva para ampliar el público lector. ☞ Hasta aquí el fichero de esta edición; nos leemos en el próximo número de La Bola, la revista de divulgación.

Imagen de portada: Lector contratado para leer a los trabajadores de una fábrica de cigarros en Cuba, sin fecha de creación. Colección Gendreau, Getty Images. Fotografía tomada de: https://www.facebook.com/Datos.De.Historia 

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