Por Cristina Gómez Álvarez

“Este libro investiga –dice Robert Darnton en La gran matanza de gatos–, la forma de pensar en Francia en el siglo XVIII. Intenta mostrar no sólo lo que la gente pensaba, sino cómo pensaba, cómo construyó su mundo, cómo le dio significado y le infundió emociones. En vez de recorrer el camino de la historia intelectual, la investigación recorre el territorio inexplorado que en Francia se denominó l’histoire des mentalités. Este campo aún no tiene nombre en inglés, pero sencillamente podría llamarse historia cultural, porque trata nuestra civilización de la misma manera como los antropólogos estudian las culturas extranjeras. Es historia con espíritu etnográfico.” Estas palabras, que Darnton escribió en 1984, encierran una nueva concepción de cómo estudiar las mentalidades colectivas y cobran mayor sentido en el marco del debate convocado por la revista Annales apenas unos años después, en 1988. En esa ocasión se invitó a los historiadores a reflexionar sobre la crisis de las ciencias sociales causada por el abandono de los sistemas globales de interpretación (el marxismo y el estructuralismo), sin embargo en ese llamado, Annales consideró que la citada crisis no había afectado a la disciplina histórica.

En respuesta a esa convocatoria el historiador francés Roger Chartier escribió un artículo que tituló “El mundo como representación” en donde, para sorpresa de muchos, también rechazó la existencia de la crisis en las ciencias sociales y sostuvo que el método empleado por la historia de la mentalidades (campo creado y desarrollado por la escuela historiográfica de los Annales) había sido rebasado por nuevos trabajos que intentaban descifrar las sociedades “al considerar que no hay práctica ni estructura que no sea producida por las representaciones, contradictorias y enfrentadas, por las cuales los individuos y los grupos den sentido al mundo que le es propio”. De esa manera, Chartier sintetiza el nuevo método de la naciente historia cultural, campo que supera la vieja historia de las mentalidades y que incluye, por supuesto, a la historia del libro. Para la nueva historia cultural la obra de Darnton fue indispensable, lo mismo que el libro de Carlo Ginzburg, El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI, publicado en italiano en 1976.

La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa fue un libro pionero en los estudios de la nueva historia cultural, pues su método es el estudio de las representaciones y prácticas culturales del siglo XVIII. En sus páginas se dedican dos trabajos a temas relacionados con la historia del libro: uno referente a la Enciclopedia y el otro a los lectores de Juan Jacobo Rousseau. Este libro también tiene otra característica, pues fue el único del autor que se tradujo y publicó en español pocos años después de su versión original: en 1987 gracias al Fondo de Cultura Económica (se publicó en inglés en 1984 y, posteriormente, en francés en 1985).

Como se sabe, Robert Darnton centra su interés en la época de la Ilustración y de la Francia prerrevolucionaria. Al preguntarle por qué se apasionó por el estudio del Siglo de las Luces, Darnton respondió a Boris Muñoz, periodista venezolano: “El mundo de la modernidad temprana estaba asediado por las desigualdades. La Ilustración fue un desafío contra el sistema de privilegios en el acceso al conocimiento y a la cultura”. No es de extrañar, entonces, que su primer best-seller haya sido El Negocio de la Ilustración (publicado en inglés en 1979, en francés en 1982, bajo el título de la Aventura de la Enciclopedia y en español, después de 27 de años, por el Fondo de Cultura Económica en 2006). Este relevante libro tiene como propósito principal estudiar la producción y difusión de la obra emblemática de la Ilustración: la Enciclopedia de Diderot y D’Alembert, estas cuestiones eran poco tratadas hasta ese momento por la historiografía del libro, hecho que demuestra la pertinencia de estudiar el impreso como mercancía, sin olvidar, por supuesto, su vertiente como signo cultural. Desde entonces, Darnton anuncia un plan ambicioso de lo que sería su itinerario de investigación. Para citarlo en sus propias palabras: estudiar “todo tema relacionado al campo ahora conocido como historia del libro, esto es, todo aquello que va desde la tecnología de la imprenta a la autoría, edición, comercio y lectura de libros”, según declaró a Martín Monsalve Zanatti y Pedro Guibovich en 2005, en una entrevista para la revista Histórica de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Enciclopedia o diccionario razonado de ciencias, artes y oficios, editado por  Denis Diderot y Jean Baptiste le Rond d’Alembert, tomo 1, Paris, 1751. Imagen tomada de: https://www.koelnisches-stadtmuseum.de/sammlung/wissenschaft-und-bildung/aufklaerung-im-museum/.

La historia del libro se ha convertido en una subdisciplina de la historia cultural y ha vivido una intensa renovación en sus métodos, en cuyo proceso la obra de Darnton ha sido fundamental. Tomando como base la obra fundadora de Lucian Febvre y Henri Jean Martín, La aparición del libro (1958), la historiografía francesa, en particular, desarrolló este campo de estudio, empleando el método de la historia de las mentalidades y el análisis cuantitativo y serial. Los historiadores de las mentalidades todo contaban: los nombres y vida de los impresores, el comercio de libros, las bibliotecas particulares y las institucionales, así como los lectores y sus lecturas. Esta historiografía sufrió una renovación en los últimos años de la década de 1970, que consistió en emplear nuevos métodos y fuentes para captar el cuándo y los porqués de la escritura y la lectura de la sociedad europea.

En el desarrollo de esa nueva perspectiva, los trabajos de Darnton han contribuido notablemente. En un artículo que tituló “¿Qué es la historia del libro?” afirma que ésta “podría ser llamada historia social y cultural de la comunicación a través de la imprenta, si el título no fuera poco atractivo. Tiene, en efecto, como objetivo, ayudarnos a comprender cómo las ideas han sido comunicadas por los caracteres impresos y cómo la difusión de la palabra impresa ha afectado el pensamiento de la humanidad en el transcurso de los últimos quinientos años”. También en este artículo explica cómo los especialistas decidieron invitar a los historiadores, literatos, sociólogos, bibliotecarios a fundar su propio campo de estudio (la historia del libro) “para comprender al libro como una fuerza en la historia”. Concepción que yo he intentado seguir en mis investigaciones de esa temática. Este importante artículo fue escrito en inglés en 1982 y traducido al francés en 1992, versión utilizada para su traducción al español, que fue publicada en 1999 en la revista Historias del INAH. Quizá este fue el primer trabajo metodológico de Darnton que influyó entre los historiadores mexicanos. Más adelante, las ideas expresadas en este estudio fueron ampliadas y desarrolladas en otro artículo titulado “Historia de la lectura”, publicado en 1987 en inglés y traducido al español en 1993.

Ambos trabajos de Darnton, en mi opinión, influyeron notablemente en los historiadores mexicanos, pues nos formó en este campo de estudio y nos permitió reflexionar sobre nuestras propias singularidades. Nos mostraron, entre otros aspectos, las fuentes más adecuadas para estudiar a los lectores y las lecturas y las formas de aproximarnos a ellas. Creo que su influencia fue determinante porque en nuestra historiografía había prevalecido el interés por los trabajos de orden bibliográfico y en elaborar catálogos de bibliotecas institucionales y particulares, cuestiones indispensables, claro, pero faltaba profundizar en el análisis de los lectores, las lecturas y las prácticas de la lectura. En ese sentido se desarrollaron diversos temas: impresores, imprentas, libreros, librerías, comercio de libros, prensa periódica, censura y, por supuesto, bibliotecas; los siglos más analizados fueron los del periodo colonial, aunque cada vez hay más interés por el siglo XIX y XX. A pesar de los avances alcanzados en los últimos años en esta subdisciplina de la historia cultural, nos queda un reto enorme: averiguar cómo las ideas, valores y creencias transmitidas por los impresos se adaptan a las condiciones inéditas de nuestra historia.

Robert Darnton en una firma de libros durante el ciclo de conferencias Fronteiras do Pensamento en Puerto Alegre, Brasil, 2016. Foto: Luiz Munhoz. Imagen tomada de: https://commons.wikimedia.org/.

Deseo finalizar con una cuestión, que en mi opinión es muy relevante y por fortuna está presente en la obra de Darnton. Me refiero a su interés por escribir para un público amplio, él le llama el “lector culto”. Al respecto en El beso de Lamourette cuenta que el The New York Times le solicitó un artículo sobre la Revolución francesa, pues se acercaba la conmemoración de su bicentenario, después de reflexionar y aceptar el reto de escribir seis mil palabras sobre ese tema, el periódico rechazó su propuesta, respuesta que Darnton recibió con tristeza. Entonces el historiador estadounidense se planteó estas interrogantes: “¿No hay nada que podamos hacer nosotros, los profesionales de la historia para entrar en contacto con el público en general? ¿Nos hemos amurallado tras la barrera de las monografías y nos hemos cerrado al diálogo con los ciudadanos comunes y corrientes que tienen curiosidad sobre el pasado?” A continuación responde: “La falta es ciertamente nuestra, al menos en parte. El monografismo ha invadido la historia académica y la ha confinado a un rincón de nuestra cultura, donde los profesionales escriben libros que van dirigidos a otros profesores y los comentan en publicaciones que están restringidas a los miembros de la profesión. Escribimos de un modo que nos legitimará a los ojos de los profesionales y que tornará nuestro trabajo inaccesible a los demás”.

En mi opinión, la situación descrita por Darnton está muy presente entre los historiadores mexicanos, pues no hacemos historia pensando en el público lector, en cómo explicarle un proceso histórico o una coyuntura vivida en nuestro país. La mayoría de los historiadores pensamos en cómo construir una carrera académica que tiene como prioridad ser bien evaluados en los sistemas universitarios y nacionales. Y cuando tenemos oportunidad de acceder a los medios de comunicación hablamos en un tono docto y no pensamos en un público amplio, perdemos de vista la función social de la historia, tal como nos enseñó Marc Bloch. Esta función sí está presente en la obra de Darnton y por ello también le rendimos este homenaje y tenemos un motivo más para inspirarnos en él. 

Este texto se presentó en el homenaje a Robert Darnton organizado por el Fondo de Cultura Económica, en el Centro Cultural Bella Época, el jueves 16 de octubre de 2014. Fueron cuatro mesas redondas dedicadas a analizar las aportaciones de Darnton en el campo de la historia cultural, la historia del libro y la actualidad del libro. Además se presentaron sus obras: El diablo en agua bendita y Censores trabajando. El Centro fue abarrotado por estudiantes y contó con la presencia del historiador estadounidense.

Bloch, Marc, Apología para la historia o el oficio de historiador, 2a. edición, México, Fondo de Cultura Económica, 2001.

Darnton, Robert, La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa, 2a. edición, México, Fondo de Cultura Económica, 2018.

Darnton, Robert, El beso de Lamourette. Reflexiones sobre historia cultural, México, Fondo de Cultura Económica, 2010.

Darnton, Robert, El negocio de la Ilustración. Historia editorial de la Encyclopédie, 1775-1800, México, Fondo de Cultura Económica, 2006.

Ginzburg, Carlo, El queso y los gusanos: el cosmos según un molinero del siglo XVI, Barcelona, Ediciones Península, 2016. 

Monsalve Zanatti, Martín y Pedro Guibovich Pérez, “Acerca de la historia cultural y la historia del libro: entrevista a Robert Darnton”,  Histórica, volumen 29, número 2, 2005, p. 155-161.

Muñoz, Boris, “Robert Darnton: el libro, máquina fabulosa”, Prodavinci, 23 de abril de 2012. Disponible en: https://historico.prodavinci.com/2012/04/23/.

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