Por Huitzilihuitl Pallares Gutiérrez
Lo volvió a hacer: con su voz desgarrada, sus amores y desamores, su misticismo y aguerrida personalidad, Chavela Vargas tiene cautivado al público español. Como hace casi tres décadas, cuando triunfó en la Sala Caracol de Madrid, la Vargas es aclamada y festejada. Ahora a través de un bello libro realizado por el profesor de filosofía Salva F. Romero (1974) y la diseñadora Irene Mala (1978).
Según nos cuentan los autores en entrevista, Chavela Vargas es un personaje que encierra toda la fuerza de México y América Latina, y como tal “nos permite bucear en múltiples ámbitos de la vida: no sólo la música, sino también el arte, la política, las emociones”. Sin duda ese carácter multifacético de la cantante es retratado magistralmente en Chavela, la chamana, la biografía ilustrada que publica Temas de Hoy de grupo editorial Planeta.
– ¿Cuál fue su primer acercamiento a Chavela Vargas?
Irene: En casa teníamos un recopilatorio en CD de sus canciones. No sé cómo lo descubrí, quizás escuchando con mi madre, y acabé maravillada por las canciones desgarradas de Chavela.
Salva: Yo creo que Pedro Almodóvar nos la descubrió con sus películas. Por nuestra edad conocemos a la Chavela de los años 90, de la época de su resurrección.
La desolación y la fuerza de las interpretaciones de Chavela hicieron, según Carlos Monsiváis, que la cantante conectara con la generación de los noventa, inmersa en un mundo caótico, globalizado y carente de identidad. Es en esa época cuando resurge en México después de estar varios años perdida en el abismo del alcohol y triunfa en España de la mano de Pedro Almodóvar y Miguel Bosé. La derrota, el dolor y la marginalidad de las canciones de Chavela conquistaron primero el Olympia de París y luego retumbaron en el mármol del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.
– ¿Cómo fue el proceso de escritura de la biografía?
Salva: Como siempre hay varios momentos: uno reflexivo, que se desarrolla durante los paseos a la búsqueda de ideas; después vienen las pesquisas, la investigación en las bibliotecas; luego la redacción; y más tarde, la corrección. Aquí interviene el editor, que ayuda a encontrar la mejor opción entre dos frases. Me gusta pensar que mi estilo resiste una lectura en voz alta, al menos ese es mi deseo.
Compaginar el texto con la imagen no siempre es tarea fácil, pero Irene y Salva parecen moverse como peces en el agua. Aseguran que son buen equipo y se complementan bien, pues intercambian ideas y normalmente se ponen de acuerdo rápidamente. La mancuerna de trabajo no es nueva, en 2020 publicaron Camarón. La alegría y la pena, un recorrido por la vida del cantaor gitano José Monje Cruz, uno de los mejores exponentes del flamenco contemporáneo.
– ¿Cuál fue el mayor reto que enfrentó al ilustrar la vida de Chavela Vargas?
Irene: El primer reto quizás es el de enfrentarse al retrato del personaje. Toda una responsabilidad. Hay que ahondar en su psique además de reflejar sus rasgos físicos más característicos. Después me enfrenté al hecho de inundar el libro de color.
Desde hace 24 años, cuando comenzó su vida en el mundo del arte, Irene se ha abierto camino en el campo de la ilustración y la pintura. El juego en las proporciones del rostro y la explosión de color son características de su obra. Sus personajes, con los ojos pequeños, separados y coronados por una frente infinita, brillan con el uso armónico del pastel.
– ¿Cuál fue la ilustración favorita que diseñó?
Irene: Hay muchas que son mis preferidas. Especialmente le tengo cariño a la portada, que nos muestra a Chavela abrazando a su público; también me gusta mucho aquella donde sale con su cuate José Alfredo; o el retrato de Chavela con fondo verde, aún joven, de pie y con guitarra en mano… se ve tan poderosa. Pero la que muestra la metáfora de Chavela sumergida en tequila, rodeada de plantas de agave, creo que es mi número uno.

A mediar el siglo pasado, Chavela participaba en las bohemias organizadas por la productora de teatro Nancy Cárdenas. Entonces usaba el cabello largo, vestía con jorongo, calzón de manta y huaraches y cantaba para su grupo de amigas: Maringá, Mi segundo amor y la atrevida Macorina:
Después el amanecer
Que de mis brazos te lleva
Y yo sin saber qué hacer
De aquel olor a mujer
A mango y a caña nueva
Con que me llenaste al son
Caliente de aquel danzón.
Ponme la mano aquí, Macorina
Ponme la mano aquí.
– ¿Por qué se debe recordar a Chavela Vargas?
Salva: Chavela Vargas fue pionera de dos maneras. Por una parte es un referente sociopolítico. Quizá las nuevas generaciones puedan aprovechar su modo de entender la vida desde la libertad y la valentía. Por otra parte, sus enseñanzas desde el punto de vista musical tienen que ver con el intento de encontrar una voz personal, un modo propio de acercarse a las canciones tradicionales. Siempre desde la emoción. Siempre desde la verdad.
En los albores del siglo XXI, Chavela publicó Y si quieres saber de mi pasado, una de las primeras autobiografías escritas por una mujer lesbiana en Latinoamérica. En sus páginas, al igual que en sus interpretaciones, no esconde su ser y sin ambages le habla a la mujer. Después vendrían los libros que escribió en colaboración con María Cortina y el documental dirigido por Catherine Gund y Daresha Kyi.
Para finalizar les pregunto ¿cuál es su canción favorita de Chavela? A Irene le cuesta escoger entre el amplio repertorio de la artista: “Hay muchas, difícil elegir, pero La noche de mi mal me parece un tema rancheroblusero maravilloso”. Salva, en cambio, prefiere escoger una etapa de la vida de Chavela: “Más que una canción yo escogería la última época, por la profundidad emocional que se refleja en su voz y sus maneras: la época de la Chamana. De las clásicas, me quedo con El último trago”. Alcemos, pues, la botella y brindemos con tequila por la vida de la Vargas, que hoy es recordada en las páginas de una bella biografía ilustrada.






Deja un comentario